Masisa dio un golpe de timón este año. La compañía controlada por el Grupo Nueva inauguró el 14 de junio su primera planta de tableros MDF en la ciudad mexicana de Durango, unos 900 kilómetros al norte de Ciudad de México. La instalación tiene la gracia de ser la primera que fabricará paneles sin derribar ningún árbol propio, sino que utilizará los desechos madereros de otras industrias.
De acuerdo a lo publicado por el diario andino Mercurio, se trata de un modelo de negocio completamente distinto a los que manejaba hasta ahora, en que es dueña de los bosques para abastecerse de madera, o simplemente compra árboles a terceros con contratos de largo plazo. Acá, la apuesta es operar solo con desechos de otros actores: los sobrantes de la industria del aserrío y todo el material que ha quedado abandonado en los bosques luego de la explotación que se hizo en años anteriores, contando ramas, pequeños troncos y cortezas.
La puesta en marcha de este nuevo complejo industrial en México, con lo que Masisa suma una capacidad instalada de 800 mil m {+3} de tableros al año en ese país -casi el doble de lo que actualmente vende ahí-, lo sitúa como su “caballito de batalla” para mejorar sus ingresos y ganancias en el mediano plazo, una vez que se vayan alcanzando esas capacidades.
La firma enfrentó en los últimos años varias dificultades derivadas de crisis económicas y políticas de diversos países en que opera -Venezuela, Argentina y Brasil principalmente-, y que han impactado de manera importante su desempeño, con castigos en la cotización de su acción en bolsa, que hoy se transa en torno a los $22, muy por debajo los $140 de hace diez años.
En los últimos meses, la firma puso en marcha distintas medidas para enfrentar estos malos tiempos: Está vendiendo activos no estratégicos para apalancar deudas, con lo que podría recaudar hasta US$ 130 millones, y además negocia un crédito sindicado para reorganizar sus pasivos (ver recuadro).
Reciclaje generará alrededor de 500 nuevos empleos
La planta de MDF le da aires frescos a Masisa. Con una inversión de US$ 123 millones, la forestal comenzó a construir esta planta en 2014 y para financiarla hizo un cambio de portafolio, al vender 32.500 hectáreas de bosques en el sur de Chile -que estaban muy alejadas de su planta de Cabrero- al fondo de inversión forestal Hancock, con lo que recaudó US$ 204,5 millones.
Su puesta en marcha partió progresivamente a mediados de marzo pasado y se espera que el Ebitda vaya subiendo hasta alcanzar los US$ 27 millones en 2018.
La instalación de Durango es la primera que construye Masisa directamente en México, porque pese a que ya tiene otras fábricas en Michoacán y Chihuahua, estas fueron adquiridas a otros operadores entre 2012 y 2013.
Mientras recorre las instalaciones, el presidente de Masisa, Roberto Salas, cuenta que todos los residuos que utilizarán en Durango los recibirán en alguno de los cinco centros de acopio que están levantando para este propósito.
La estimación preliminar de la empresa apunta a que cuando estén en plena operación la recolección de residuos generará empleo para unas 500 personas, quienes podrían percibir una renta promedio de US$ 1.500 al mes, por sobre un millón de pesos chilenos.
“Este modelo lo estamos trabajando solo en México, porque en otros lugares donde operamos existen mercados forestales funcionando. Nosotros identificamos que aquí había una gran cantidad de fibra de madera no utilizada, desperdiciada al interior de los bosques naturales y que puede ser incluso fuente de riesgo para la gente, por los incendios. Por eso la estamos recuperando y transformando en un producto que va a perdurar otros 50 años”, describe.
Por medio de la recolección, Masisa apuesta a lograr el 25% de todos sus requerimientos de materia prima y el resto provendrá de los convenios que han implementado con cooperativas agrícolas y aserraderos de la zona.
En paralelo, la compañía está trabajando en el desarrollo de un mercado forestal para el futuro. En México no existe una industria asociada al cultivo de bosques artificiales por temas relacionados con la propiedad de la tierra. Por eso, la firma trabaja con terceros para desarrollar en la zona una incipiente industria forestal, siempre pensando en que esos árboles sean usados por otras empresas y sus restos, utilizados en esta planta.
Salas cuenta que ya se logró determinar una especie de pino que se adapta a las condiciones climáticas locales. En alianza con estas cooperativas de dueños de predios, ya iniciaron la plantación de unas tres mil hectáreas y buscan alcanzar las 40 mil dentro de 15 años.
La apuesta por elevar el 40% de participación que hoy tienen en México
La apuesta de Masisa es que su capacidad productiva actual en México le permita abastecer localmente el consumo interno del país e incluso exportar hacia Estados Unidos.
Para hacerse una idea de las oportunidades de México, explica el ejecutivo, el consumo per cápita de tableros apenas alcanza el 20% de lo que se consume hoy en Chile. “Hay un diferencial enorme porque en México se sigue consumiendo la madera sólida como principal material para elaborar muebles o utilizar en la construcción. A través de esta planta podemos apoyar un mayor uso de tableros y que eso genere más crecimiento para la empresa”, destaca.
En México Masisa maneja actualmente un 40% de participación en el segmento de tableros y su apuesta es seguir desarrollando este mercado, sobre todo en productos con mayor valor agregado, como los recubiertos por melaminas. Para ello, intensificará su trabajo con los maestros mueblistas, a través de plataformas de fidelización como Red M, con la que hoy tiene alrededor de 70 mil socios en Latinoamérica.
Aunque por ahora la firma no proyecta nuevas inversiones en los países en que está presente, Salas explica que las capacidades actuales en México podrían verse copadas en unos cinco años, por lo que antes de ese plazo podrían evaluar ampliaciones, sobre todo en las plantas más cercanas a la frontera con Estados Unidos.
La firma está presente en diez países de Latinoamérica, ya sea con fábricas, venta a terceros o a través de su red de locales Placacentro.
Industria de tableros vive año recesivo
Al cierre del primer trimestre del año Masisa registró ganancias por US$ 5,2 millones, un 49,2% menos que en igual período de 2015. Para el resto del año, la situación es compleja. “En la región hay cuatro economías que están en recesión o muy debilitadas: Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador, lo que incide en una baja en la demanda. Además, las empresas que reportamos en dólares tendremos un alto impacto por tipo de cambio, pues la mayoría de las monedas se ha devaluado”, advierte Salas.
“Para el mercado de tableros es un año recesivo, fundamentalmente porque a pesar de que hay mercados que están creciendo, como el mexicano a tasas de 12% o 14% en MDF, o Perú que sube al 6%, hay otros mercados que simplemente no están creciendo, como Chile, donde el segmento está cayendo 2% o 3%”, anticipa.
Agrega que, descontando la situación de Venezuela del cuadro, los resultados operacionales de la firma podrían tener un nivel parecido al de 2015. “Probablemente en una contracción de 5% a 8%, sobre todo por factores de tipo de cambio en dólares, pero en términos de volumen vamos a tener incluso crecimiento de 4% a 5%. Nuestras exportaciones mejorarán sustancialmente, sobre 10%”, recalca.
El año pasado la firma registró utilidades por US$ 52,3 millones, con ingresos que totalizaron US$ 1.052 millones y una ganancia operacional que ascendió a US$ 227 millones, un 24,5% inferior al año previo. “En 2017 y 2018 tenemos previstos crecimientos en nuestros resultados operacionales, a medida que nuestros proyectos vayan dando sus resultados”.