A escasas semanas de concluir la negociación del Acuerdo Transpacífico de Asociación (TPP, por sus siglas en inglés), es decir, la inserción de México al intento de integración de doce naciones tan disímbolas como Australia y Brunei, la ruta se mantiene en la incertidumbre.
Aunque nuestro país tiene un representante privado en el llamado “cuarto de junto”, es decir, con oído pero sin voz ni voto, con el rimbombante título de presidente de la Coalición Mexicana Empresarial para el TPP, los sectores productivos están en ayunas.
Nadie sabe, por ejemplo, qué acuerdos se están pactando con Japón, cuya presencia amenaza la hegemonía de México en el mercado automotriz de Estados Unidos.
Tampoco hay certeza sobre si nuestro país le pondría candados a las exportaciones procedentes de Vietnam, el actual rey de la maquila, con salarios de cinco dólares a la semana y jornadas laborales de doce horas diarias y una industria mueblera con feroz apetito.
El misterio alcanza a la forma en que el país defendería su producción de arroz, café, textil y calzado… Frente a una avalancha sin precedente de exportaciones.
El pacto lo promueve Estados Unidos bajo la pretensión de neutralizar el avance incontenible de China, bajo un acuerdo con el Congreso de todo o nada; es decir, se acepta en bloque la negociación o se rechaza. No hay puntos intermedios, digamos de ponerle una coma o un punto y aparte.
Lo que tradicionalmente se conoció como fast track o vía rápida hoy se llama Trade Promotion Authority.
Y aunque en México el acuerdo debe ser sancionado por el Senado, colocándose en escena como ley suprema, tampoco este conoce los entretelones.
Las escasas rendijas, por lo pronto, han dejado ver un grave peligro: el que los grandes laboratorios multinacionales impongan una suerte de extensión de las patentes de sus medicinas, cuyo límite es de 20 años, lo que inhibiría la elaboración de genéricos.
Como usted sabe, estos se producen con base en los ingredientes activos de medicinas de patente una vez que ha caducado esta.
Y aunque en el papel se trata de un problema de gremios, el golpe alcanzaría a la población de escasos recursos cuya esperanza de salud se ubica, justo, en la compra de este tipo de medicamentos 60, 70 y hasta 75% más económicos.
En otro ángulo, se plantean acciones radicales contra la piratería que incluirían, por ejemplo, el considerar un delito penal cuando alguien filma una escena de una película en un cine, aun sin llegar a grabar la cinta en su totalidad.
La secrecía se inició desde el momento en que Estados Unidos “invitó” a México a unirse a la concertación en la que caben también Chile, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Perú, 23% del comercio mundial.
De acuerdo a lo trascendido, el país de las barras y las estrellas le pidió al nuestro como condición cancelar medidas de carácter fitosanitario que afectaban, entre otras, sus exportaciones de papa.
La filtración provocó un escándalo de los productores del tubérculo, denunciando que el ingreso del productos Made in USApondría en riesgo no solo su producción, sino la de otros productos del campo por efecto de contagio.
Aunque también había “cuarto de junto” en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, al final del día se supo que nos habían metido tres goles: la exigencia de aceptar empresas de mensajería, sin reciprocidad al calce; la de permitir el ingreso masivo de alta fructosa como sustituto de azúcar, y el aplazamiento de la apertura al transporte de pasajeros y carga.
¿Nos esperamos a leer el marcador?
Por: Alberto Carranco, periodista y colaborador de El Universal