El modelo de negocio de las tiendas Ikea es bien conocido: muebles modulares y adaptables, con diseños nítidos, que puede uno recoger al instante y montar en casa. Sin esperas precios reducidos y cómodamente, no es extraño que la clientela adore Ikea hasta convertirla en una de las mayores cadenas del mundo.
Reduciendo costos
Ikea parte de la base de ahorrar costos laborales.
No se trata de que sus trabajadores estén esclavizados, sino de que es el propio cliente quien hace parte del trabajo: transporte y montaje, por no hablar de la parte previa de tomar medidas de la cocina y decidir qué muebles encajarán.
Ikea ofrece también todos esos servicios -diseño, transporte y montaje- pero los cobra aparte del precio del mueble en sí.
Además, en la actualidad Ikea es el tercer consumidor de madera del mundo.
Al tener unos volúmenes de venta tan grandes, su capacidad de negociación con los proveedores también lo es, lo que permite rebajar los precios de las materias primas y, en consecuencia, ajustar el precio del producto final.
Ikea maneja todo el proceso: desde el diseño del mueble, pasando por los proveedores de materias primas y por el proceso de manufactura, hasta la logística.
Controlar toda la vida de cada producto permite mantener los costos ajustados.
Otro ‘truco’ de Ikea está en el diseño de sus muebles. Muchos de ellos, aunque son diferentes y tiene precios diferentes, en realidad son variaciones de un mismo modelo fabricados con los mismos materiales, con lo que ahorran en costos de diseño y, al comprar grandes volúmenes, también logran precios más baratos en los materiales.
A esos precios bajos contribuye también la planificación de las tiendas.
Lo habitual es que, a la entrada, se muestren productos muy baratos y atractivos.
De esta manera, el cliente ya entra en ‘modo compra’ y se siente inclinado a adquirir más cosas.
Todo en las tiendas está colocado de forma planificada con el objetivo de incrementar las ventas.
Aunque tengan menor beneficio con cada producto vendido individualmente, en conjunto el sistema es rentable. Una buena política de marketing y la colaboración en varias causas humanitarias hacen el resto.
Por : Rodrigo Salinas